Digan lo que digan las diversas teorías sobre los fines de la educación, lo cierto es que ninguna madre, ningún padre quisiera que la educación y el trato que recibe su hija, su hijo en la escuela, le indujera a preferir, por ejemplo, el robar que trabajar, el vicio a la virtud, el engaño a la honestidad, la ignorancia a la sabiduría, la vagancia al estudio, la crueldad a la bondad.
De hecho los padres quieren que sus hijos reciban del maestro o maestra, lo mejor que pudiera ofrecer un padre de familia, para formar personas rectas, honorables, emprendedoras y capaces.
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